El acolchado es útil en todo el jardín: limita el riego, nutre las plantas, guarnece el suelo y, por supuesto, limita las malas hierbas. Hojas muertas, césped cortado (sin tratamiento), ramas trituradas u otros elementos minerales, ¡todo es útil!
Lecho multiusos
Aplicado en una capa espesa, de al menos 5-10 cm, el acolchado cubre el suelo y evita que las malas hierbas germinen a su antojo. Favorece a las plantas cultivadas, que encuentran la humedad y los elementos nutritivos ahí donde el acolchado se descompone poco a poco. ¡Los gusanos de tierra lo adoran!. En la superficie del suelo el acolchado vuelve al suelo más vivo. Pero es el hecho de privar al suelo de luz lo que impide el brote de las malas hierbas. Cuando el acolchado empieza a descomponerse su espesor disminuye, y un poco de luz puede llegar a la tierra, dando la señal a las malas hierbas de germinar a través de la fina capa. Estas corren el riesgo de desarrollarse muy rápidamente, aprovechando también las condiciones favorables reservadas hasta entonces a las plantas cultivadas. La única solución para evitar este contratiempo es poner más acolchado.
Vuelva a poner una capa
No espere a que las plántulas germinen en la parte cubierta para añadir otra capa: acostúmbrese a reguarnecer regularmente los pies de sus plantaciones mientras que la capa no sobrepase los 10 cm. Para que el acolchado juegue su papel de herbicida y fertilizante debe ser tierno: utilice hojas muertas, paja, heno, restos de césped cortado, etc. que se descompondrán rápidamente. Si el acolchado es duro (ramas trituradas, copos de madera, etc.) limitará las malas hierbas pero no aportará suficientes nutrientes a las plantas cultivadas. Tenga en cuenta que puede mezclar acolchados entre sí. Poner restos de césped cortado sobre hojas muertas o mezclar la paja con un poco de ramas trituradas no es nefasto, al contrario.
Un truco a tener en cuenta
Algunas plantas odian el acolchado, como los rosales y los cítricos, con raíces muy frágiles. Para estos más vale desherbar a mano o utilizar vegetales cubresuelos, que se extienden a lo ancho pero no a lo largo.
Por contra, hay otros vegetales que adoran el acolchado: son los árboles y las plantas vivaces que crecen en el bosque en estado natural. Esos vegetales están acostumbrados a beneficiarse de un espeso lecho de hojas muertas a sus pies. En suelo ligero, y a los pies de un seto de carpes, por ejemplo, puede depositar más de 15 cm de acolchado. El seto se vuelve de esta forma autónomo, no necesitando ni riego ni fertilizante. Los helechos, los rododendros y los bambúes pertenecen igualmente a esta categoría. Muchas otras plantas cultivadas apreciarán un acolchado copioso a sus pies.
En un suelo rocoso, donde la capa de tierra es poco importante, conviene forzar con el acolchado. Como falta la tierra, el acolchado pondrá los vegetales a gusto, permitiéndoles desarrollar sus raíces sobre una zona más larga. En cambio, en un suelo pesado y profundo, limite la capa de acolchado. Una capa demasiado espesa corre el riesgo de ahogar las raíces de sus cultivos.